11 ago 2009

Las cosas tal y como son Por supuesto que las cosas no ocurren siempre como nos gustaría. Hay momentos en los que nos parece que perseguimos algo que no nos está destinado, que nos estamos dando de bruces una y otra vez contra puertas que no se abren, que esperamos milagros que no llegan a suceder. Menos mal que las cosas son así, pues si todo ocurriera como deseamos, en poco tiempo nos quedaríamos sin asunto para seguir escribiendo el guión de nuestra vida diaria. Dicho guión se nutre de nuestros sueños, pero, además, se impulsa con la energía de nuestra lucha. Y como sucede siempre con los guerreros que emplean su energía en el Buen Combate, hay ciertos momentos en los que es mejor relajarse, y creer que el Universo continúa trabajando por nosotros en secreto, aunque no lo lleguemos a entender. Dejemos, por tanto, que el Alma del Mundo cumpla su misión, y cuando no nos sea posible ayudarla, la mejor manera de colaborar con ella es prestar atención a las cosas sencillas de la vida, como las puestas de sol, la gente que pasa por la calle, o la lectura de un libro. De todas maneras, en muchos casos sigue pasando el tiempo y no termina de ocurrirnos nada excepcional. Pero el verdadero guerrero de la luz continúa creyendo. A la manera que tienen los niños de creer. Y, como cree en los milagros, los milagros empiezan a ocurrir. Como está seguro de que su pensamiento puede cambiar su vida, su vida empieza a cambiar. Como está seguro de que encontrará el amor, el amor termina apareciendo. De vez en cuando, se decepciona. A veces se hace daño. Y entonces escucha cómo comentan: “¡Pero qué ingenuo es!” Pero el guerrero sabe que merece la pena. Por cada derrota, cuenta con dos victorias a su favor. En un interesante y minúsculo libro, El breviario de la caballería medieval, hay un texto que debe ser recordado en estos momentos de espera: «La energía espiritual del Camino utiliza la justicia y la paciencia para preparar tu espíritu. Este es el Camino del Caballero. Un camino fácil y, al mismo tiempo, difícil, pues obliga a dejar de lado las cosas inútiles, y las amistades relativas. Por eso, al principio, se duda tanto para elegirlo. He aquí la primera enseñanza de la Caballería: borrarás lo que hayas escrito hasta el momento en el cuaderno de tu vida: inquietud, inseguridad, mentira. Y escribirás, en lugar de todo eso, la palabra coraje. Comenzando la jornada con esta palabra, y manteniendo la fe en Dios, llegarás adonde necesitas». A pesar de todo, a veces seguimos esperando – con paciencia, resignación, coraje – y las cosas que nos rodean no se mueven. Pero como éste fue el camino que elegimos, es imposible que las bendiciones de la vida no estén trabajando a nuestro favor. Cabe, por tanto, una profunda reflexión sobre lo que conocemos como “resultados”: nuestro destino se está manifestando de una manera que no llegamos a comprender totalmente - ¡pero se está manifestando! Jorge Luis Borges escribió un cuento magistral sobre este asunto. Describe el nacimiento de un leopardo que pasa gran parte de su vida en la selva africana, pero termina siendo capturado y llevado a un zoológico de Italia. A partir de entonces, el animal piensa que su vida ha perdido el sentido, y que ya no le resta sino esperar el día de su muerte. Cierta mañana, el poeta Dante Alighieri pasa por aquel zoológico, mira al leopardo, y el animal le inspira un verso. Un verso entre los miles que componen La Divina Comedia. Toda la lucha por la supervivencia que aquel leopardo trabó, fue para que pudiese estar aquella mañana en el zoológico e inspirase un verso inmortal, dice Borges. Al igual que este leopardo, todos nosotros tenemos una razón – una razón muy importante – para estar aquí, en este momento, esta mañana. Relajémonos, por tanto, y prestemos atención.

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